El jefe de personal se hacía llamar jefe de recursos humanos y, como los jefes de personal de todo el mundo, era una de las personas menos afables que uno podía encontrarse. Sentado frente a él, era difícil no pensar que cualquiera capaz de considerar recursos a los individuos -reduciéndolos sin remordimiento alguno al mismo nivel que el petróleo, los ladrillos y los canarios en las minas de carbón-, probablemente no debería estar autorizado a ninguna relación humana que no implicara cerrojos y barrotes carcelarios.
De Todo lo que Muere, 2004 de John Connolly (Every Dead Thing, 1999)
De paso, os recomiendo mucho a este autor y su colección de novela negra (muy negra) con Charlie “Bird” Parker como protagonista. De lo mejor.
Un canario en una mina de carbón… Ya me gustaría a mi detectar y profundizar en las buenas ideas y en los caminos más útiles, tales que grisú o santo grial. Mineros no salvaría, pero joder, lo mismo encontraba el sentido de la vida. La metáfora es clara: para ser un buen pájaro tienes que adentrarte en lo profundo. Ahora, como te equivoques de galería… Pio. Y luego dices que la orientación es demasiado aplicada.
¡Cómo estamos!