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O sospechoso o desvalido

capitalism.jpgInvado el territorio de Yoriento con esta entrada sobre temas laborales. Era uno de mis borradores a la espera de ser desarrollados y un reciente artículo de Julen me ha motivado a acabar de redactarlo. Se habla en esa entrada sobre la “retención” del talento en la empresa y la posesión de las personas por parte de las organizaciones. Lo cierto es que, a veces, creo que la relación laboral es, tal cual, una relación totalmente posesiva.

En un sistema económico y cultural en el que todo, prácticamente, se puede comprar o vender, existe una transacción que se rige por unas reglas singulares: el trabajo. Es cierto que tiene un precio estipulado y entregado en forma de salario y de alguna que otra ventaja según convenio colectivo; pero a los agentes que intervienen en esta compra-venta se les considera o sospechosos o desvalidos según su posición. En cualquier otro tipo de transacciones la libertad de las partes a la hora de decidir y de negociar es imprescindible para que el intercambio sea válido. Pero al trabajador que quiere poner en venta su talento y su capacidad, la ley le trata como a un ser desvalido sujeto a una relación donde el comprador es sospechoso.

Me explico. Si uno quiere “venderse” en el mercado laboral puede negociar el precio y alguna que otra cosa, pero no la duración del trato. La ley dice que, excepto en muy contados casos difíciles de comprobar, el comprador puede realizar un solo contrato temporal. Tras esa primera relación el acuerdo se convierte inevitablemente en “indefinido” (vaya elección de palabra para calificar un contrato) ¿Por qué? ¿Porque el contratante es un individuo sospechoso que sin duda intentará evadir sus responsabilidades sobre la eventual indemnización por despido? ¿Porque el trabajador es un ser desvalido que puede ver pisoteados sus derechos a una indemnización por la mala fe (presupuesta) del empresario sospechoso?

Así, un profesional no puede establecer un periodo de prueba para su contratante. No puede pactar un trato con fecha de revisión. Nunca podrá plantear a su contratante una renovación de la confianza por un periodo a negociar. El contrato laboral es un “hasta que la muerte, la dimisión o el despido nos separe“. Sólo un par de opciones más que las del matrimonio católico y romano. Si la relación se rompe es porque el trabajador se ha merecido un despido, o porque desea abandonar la empresa. Y si uno se va, pierde el derecho al “paro“.

La concepción del derecho a las prestaciones por desempleo como un subsidio sólo para los casos en que el trabajador sea despedido o finalice su lamentable contrato temporal ¿no se corresponde a un estado más asistencial que de bienestar? En un contexto en el que el cambio de puestos y de organizaciones será más y más frecuente, la prestación por desempleo ¿no debería ser un colchón para un paro de transición?

Comprendo que el empresario está en una posición de fuerza a la hora de ofrecer un puesto. En el capitalismo, el empresario representa al capital, preeminente sobre el trabajo. Pero esta concepción de la relación contractual en todos los casos sin (casi) excepción ¿no hace aún más fuerte esta posición dominante? Recuerdo la cara de pasmo de una parte contratante cuando, en una negociación para incorporarme a su plantilla, le dije que no tenía mucha confianza en su organización, por lo que prefería un contrato a, pongamos, tres meses que uno indefinido. No nos entendimos, claro.

Todo esto sonará a descaradamente liberal y políticamente incorrecto, pero me indigna que se me considere un ser desvalido a la hora de llegar a un acuerdo laboral. Comprendo perfectamente todo lo referente a los derechos de los trabajadores, el progreso que suponen las prácticas de convenios colectivos, el papel de los sindicatos y todo el andamiaje de protección de la parte débil del capitalismo. Pero ¿no son sueños de la razón que han devenido monstruos? ¿Esta concepción de la relación laboral se corresponde con estos tiempos? ¿Los trabajadores deben considerarse como un colectivo homogéneo y desvalido? Yo creo que no.

Preguntas para un tema que, no lo dudo, es más que opinable. Ahí quedan. Sea bienvenido el debate que creo que es muy conveniente. De lo que estoy seguro es de que algo falla en todo esto.

Foto | Capitalism TM por tijmen

Publicado en Equipos y personas, Monstruosidades, Opinión, Trabajo.


11 Respuestas

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  1. Julen dijo

    El problema es que el sistema actual (aquí, que no en todos los lugares) muestra una asimetría de poder excesiva. La parte contratante ha ejercido el poder con demasiada alegría y esto ha producido la lógica respuesta defensiva en la parte contratada. Y ahí estamos instaurados todavía.

  2. los sueños de la razón dijo

    Eso lo comprendo y, por lo tanto, también la necesidad de reglas. Pero las actuales creo que impiden que la parte contratada se coloque en una posición de igualdad. Es un estado de cosas hiper-proteccionista que, al final, resta libertad y autonomía y sanciona un statu quo.

  3. Félix dijo

    En menudo charco te metes, porque cuando se habla de algo que depende tanto de la experiencia y la forma de ser de cada uno, es muy difícil tratar de analizar con imparcialidad.

    Tienes toda la razón cuando dices que el desvalimiento del trabajador no es ya tal (en ciertos casos, no en todos; generalmente en personal cualificado). Dado que el mercado de trabajo tiene falta de determinados perfiles profesionales (de muchos) el trabajador tiene una posición de cierta “fuerza” tanto a la hora de seleccionar como a la hora de decidir si quedarse o marcharse.

    Salvando esta situación, que podríamos calificar de coyuntural, esto no quita que objetivamente la mayor capacidad en la relación contractual la tenga el empresario. No en vano es el que “impone” las condiciones de trabajo y quien tiene la capacidad de dirección.

    Sobre esto de la imposición, yo he reflexionado sobre la necesidad de las empresas de tomar una actitud más proactiva hacia el empleo, para ser capaces de atraer el talento, generando unas condiciones que hagan atractiva la empresa al trabajador (conciliación, flexibilidad…).

    En fin, es un tema que da para escribir toneladas de papel.

    En todo caso me alegra por ti que no te sientas desvalido ante una relación laboral: eso quiere decir que tienes activos suficientes (capacidad, formación…) y que te valoras a ti mismo.

  4. los sueños de la razón dijo

    Un buen charco, sí señor Félix. Lo de que sólo el personal cualificado pueda permitirse esos “lujos”… pues no estoy tan seguro. En una situación como esta que describe Julen (sector con falta de trabajadores) ¿Tu crees que el trabajador está desvalido? Son muchos menos los casos de lo que se cree. Como tu dices, el empresario debería tener una actitud más proactiva, pero también se debería reivindicar el papel del trabajador como parte negociadora. Ir a buscar trabajo como si pidieras un favor no se corresponde con estos tiempos y hacer perdurar el rol del empresario como el dueño de la plaza del mercado laboral ya no toca. No digo que haya de desregular el tema, hay que afinarlo muchísimo más ¿Es difícil? Mucho, pero a la gente que regula se la paga para resolver problemas difíciles ¿no?

    Por ejemplo, hacer de las prestaciones por desempleo un derecho de cualquier desempleado (no sólo del despedido o del que le caducó el contrato) pondría al trabajador en una posición de fuerza mayor en la negociación laboral.

    Y, sí, mucho papel queda por escribir, pero una letra después de otra y todo es posible.

  5. Alorza dijo

    ¡Interesantísima reflexión! Lo cierto es que tiene bastante sentido en un contexto cercano al pleno empleo. Me quedo con la idea de darle un período de prueba a la parte contratante. Brillante.

  6. los sueños de la razón dijo

    Gracias, Alorza y aprovecho para disculparme por no seguir todas tus iniciativas facebuqueras. A ver si me pongo y colaboramos en algo interesante por allí.

    Y, sí, a eso me refería cuando contestaba a Félix. Con sólo un paro técnico de transición entre empleos, hay que fomentar la capacidad negociadora del empleado. En lugar de protegerlo desmedidamente, darle más cancha en el juego.

  7. Iván Lasso dijo

    De tu post, me quedo con la reflexión acerca del poder que uno tiene para negociar. Si buscas trabajo y estás calificado, no es necesario que vayas mendigando, o mejor dicho, que pienses que estás mendigando, que estás pidiendo un favor. No se trata de adoptar una postura arrogante, sino de pensar que vamos a establecer un contrato (como tú dices) en la que las dos partes vamos a salir beneficiadas y tratar de plantearlo así, lo entiendan los de la otra parte o no. Es decir, no vas a buscar empleo, sino a hacer un negocio: tu capital humano (urgh, no me gusta la expresión pero…) a cambio de su capital económico. Creo que es lo mejor que se puede hacer para sobrevivir en el ambiente laboral.

  8. los sueños de la razón dijo

    Hola, Iván. Claro, pero seguimos circunscribiendo el tema a los profesionales cualificados e insisto en que no estoy tan seguro de que, a día de hoy, los trabajadores menos cualificados no puedan tener más fuerza. Por otro lado, el no poder negociar plazos de renovación de la confianza afecta a todos los trabajadores, cualificados o no. Yo no sé, claro, que piensan otros, pero encuentro que me discapacitan cuando me quitan la oportunidad de negociar la duración pactada de una relación contractual. Se ha hecho un mito de contrato “indefinido”, es algo así como la olla de monedas al final del arco iris, y se ha degradado el contrato temporal por el sobre-abuso que hacen de él los empresarios cortos de miras. Entre estas dos concepciones de la relación contratante-contratado, deberíamos rescatar o inventar otras posibilidades que ayudasen a romper este maniqueismo entre temporalidad y “eternidad”.

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