De El paro, industria cultural, visto en despuesdegoogle.
El paro puede contemplarse como una industria, una poderosa maquinaria para el movimiento y la acumulación de capitales, no sólo por los beneficios que produce induciendo el abaratamiento de los salarios, fiel aún a su clásica función como ejército de reserva, sino más aún como mercancía cultural que moviliza a miles de trabajadores en las tareas de formación ocupacional, estudios dependientes de los fondos de cohesión europeos, prospecciones de mercado laboral, técnicas de inserción, empresas de trabajo temporal, etc. El paro se convierte así en instrumento de las nuevas ideologías del trabajo que encauzan los miedos que la propia amenaza del paro produce.
Una empresa de trabajo temporal dependiente de una conocidísima entidad bancaria catalana, ha conseguido facturar en el último año, después de sólo tres de funcionamiento, lo mismo que la Danone. En las escuelas y los institutos la arcaica Formación del Espíritu Nacional ha sido sustituida por la tecnología para el trabajo, la búsqueda de empleo y la orientación laboral. Las universidades han dado paso a nuevas profesiones destinadas al control (asistencia) social y la formación ocupacional. La carrera profesional se estimula desde los ministerios por medio de los reales decretos de cualificación profesional, etc…
Yo lo hubiese titulado: “el paro como industria”, a secas ¿Cuánta gente vive del paro? No he encontrado cifras, pero el inem y los servicios públicos de empleo son un montón de funcionarios y contratados, por no hablar de los centros de formación ocupacional ¿Para cuándo un salario ciudadano? Puede que así entrase en la crisis necesaria esta esperpéntica e interesada industria. Y he participado y participo en el sistema haciendo lo posible y con un resquemor de conciencia.
Es indudable que detrás del paro existe una maraña de intereses creados que no benefician a los más necesitados. No obstante también representa una solución para muchos que por X o Y no han podido encontrar su rumbo laboral. En fin…un mal necesario. Hay que tomar en cuenta que son pocos los países en el mundo en donde funciona como en España.
Sí, el sistema debe existir, pero su funcionamiento… en fin.