En estos días de información dispersa, de acceso universal e inmediato, superabundante y multicanal, aparece la palabra infoxicación para describir la angustia que genera la inacapacidad de procesarla debidamente.
¿Podemos acuñar un acrónimo semejante para la incapacidad de procesar el exceso de formación? Sólo que, en este caso, no se trataría de procesar intelectualmente contenidos formativos sino de ser capaz de digerir toda la oferta formativa que de continuo nos cae encima, todos esos recursos que parecen inacabables, imposibles de digerir ¿Formaxicación? En inglés sería menos sintético pero muy claro: Training Overload o Sobrecarga Formativa.
Estoy dándole vueltas al tema porqué quizá tenga la oportunidad de participar en un proyecto para meterle mano al asunto. Así que aprovecho el blog y espero aprovecharme de vuestros comentarios para sacar punta a un primer planteamiento crítico.
- Tiempos: La población (activa, en paro, trabajadora) ¿dispone de suficientes horas como para cubrir la asistencia a todos los cursos gratuitos de formación profesional, ocupacional, empresarial y reglada que se ofrecen gratuitamente? Yo creo que no, pero no he conseguido encontrar este número de horas formativas ofertadas. De hecho, estoy bastante seguro de que no. No hay horas, ni quitándose de dormir, para que toda la población pueda asistir a todas las horas programadas (y financiadas).
- Duraciones: ¿De verdad es necesario programar cursos de 200, 300 y hasta 500 horas? En un mundo donde se ha atomizado la información relevante para que viaje y se presente rápida y brevemente ¿tiene algún sentido realizar cursos tan colosales? El abandono de cursos es uno de los grandes males de la formación profesional y ocupacional ¿Y se extrañan? ¿No debería optarse por contenidos-pastilla? Quizá fuera necesario que la certificación no se otorgase si no te has tragado un “cóctel” de pastillas determinado, pero el aprendiz sería el que eligiese el ritmo de la dosis, en función de su disponibilidad de tiempo y proyecto personal.
- Compartir: ¿Cómo es posible que el curso que se da en el pueblo de al lado sea de lo mismo que el de aquí y no se aproveche el conocimiento del programa, sus contenidos y su experiencia? Se repiten los cursos por doquier pero no se acumula conocimiento compartido sobre ellos. Cada uno empieza de cero y en cada uno se paga a algún profesional para que vuelva a diseñarlo, se trata de una tarea absurda, eternamente repetitiva. Cada curso podría ser mejor que el anterior si se compartiese la experiencia. Pero si hay una actividad atrincherada y reacia a compartir, ésa es la de la formación profesional.
- Humildad: La formación es un medio y no un fin en sí mismo. Lo primero es pragmatismo, lo segundo, fundamentalismo. Nadie es mejor ni tiene más oportunidades en función del número de horas que pase formándose, pero en algún lugar hay que meter tanto dinero destinado a formar y, claro, el mejor argumento es que la formación es importante. Se trata de un argumento de venta para lo invendible. Además supone que sólo se aprende mediante cursos y eso no vale la pena ni contra argumentarlo. La formación es útil, puede ser útil y con eso basta.
- Control: Ante la aparente negativa a formarse de la población en general y la ingente cantidad de recursos, en cambio, destinados a que se forme sí o sí, se opta por realizar un control exhaustivo y atrofiado de todas las actividades formativas. Como es gratis, hay que garantizar que los recursos sirven para algo y la mejor manera de aparentar que se controla el tema es hacerlo pasar por toda una maraña de filtros y comprobaciones. Sin embargo, los fraudes en la gestión de los fondos formativos no cesan y periódicamente se descubre algún escándalo.
- Evaluación: Contrasta el sinnúmero de controles con la escasez de datos sobre la eficacia y eficiencia de la formación profesional. Nadie puede argumentar objetivamente sobre la bondad de las acciones formativas a medio y largo plazo. Nadie se atreve a calcular cuánto cuesta una hora de formación con todos sus costes. Nadie comparte sus datos con los demás.
- Reiteración: Todos los cursos de formación subvencionada deben incluir determinados módulos “de interés general” (prevención de riesgos laborales, por ejemplo). Si uno participa en tres cursos de formación ocupacional, se doctora en esos módulos de pura repetición. Recursos perdidos sin sentido.
- Necesidades: ¿Alguien conoce las verdaderas necesidades formativas de la población activa? Estudios a patadas, pero resultados incógnitos ¿Necesita un emprendedor de un curso de 500 horas de gestión de empresa? ¿Para montar un bareto? ¿Las necesidades formativas se solucionan con cursos? ¿Todas? El mejor aprendizaje no se realiza en los cursos, sino en los puestos de trabajo.
- Práctica: Se considera que la formación es práctica si tiene prácticas. Claro. Obvio. Hay una ingente mano de obra semifraudulenta proveída por los cursos de formación subvencionada. El control burocrático de las prácticas es un verdadero infierno de papeles y firmas, pero, en realidad los participantes en los cursos, en muchas ocasiones, realizan unas prácticas mediocres, nada cualificadas y con una leve relación con la promesa formativa.
- Medios: El aula. Punto. Algún Moodle que otro si consigue superar el aparato de control burocrático. La técnica y método de la formación no ha sufrido apenas cambios en años y años. Si acaso se han sumado conceptos y formatos de dudosa utilidad, mucho más orientados a justificar los recursos que a mejorar la eficacia.
Con todo esto, hay profesionales que aún tienen el coraje de investigar y experimentar, pero son los menos porque no es ése el destino principal de los recursos. La gran parte del descomunal pastel de los recursos formativos se los llevan las infraestructuras que por doquier se han creado para poder acceder a la parte de tarta correspondiente. Espero que ninguno de estos profesionales de la “resistencia” educativa se sienta molesto por estas opiniones.
Como decía, a la vista de un proyecto que pueda mejorar en algo el panorama de la formación profesional, necesito contrastar por escrito lo que considero sus problemas más graves.
Es eso de la visión crítica.
Y que me dicen de la formación a distancia que no es gratis? Alguien tiene alguna opinión? de institutos tipo ceac o deusto ( http://www.deustoformacion.com/ ). Se supone que va bien, pero no lo sé porque tienen un método que en principio de ajusta al ritmo de uno. En lo de la formación gratuita subvencionada y desperdiciada tienen mucha razón. Se desperdicia demasiado. Yo creo, y tal vez esté diciendo un disparate, que deberían ajustarlo a los horarios no pensando en gente desocupada sino en la ocupada precisamente y que quiere mejorar. Tal vez la cosa mejoraría. Abrir horario de sábado, por ejemplo.