Debo de tener un gen que de alguna manera sintoniza con esta ciudad, a la que vuelvo cada estío que puedo. A veranear, un verbo que cada día se conjuga menos y que debe de estar ya condenado a una extinción lenta, sustituido deficicientemente por hacer vacaciones o ir de viaje. Será por eso que veranear, Sigüenza y yo nos llevamos tan bien. Por la parte de la ciudad y del verbo, los dos son ya decadentes por igual; y los dos evocan anecdotas y historias antiguas antes, incluso, de hacer memoria. Por mi parte, que otros juzguen.
Veranear, para mí, es irse a vivir, ocasional y brevemente, a un lugar alternativo, pero no remoto ni aislado, ni tampoco desconocido y en absoluto exótico. Es coger otra casa y entrar en rutinas sosegadas, desplazándose, a lo sumo, unas cuantas calles entre una actividad y otra, en un entorno ya familiar que cambia, pero poco, verano a verano. Y mientras escribo, me doy cuenta de que defino el veraneo más por lo que no es que por lo que es. Pero claro, es que el veraneo es poca cosa al lado de todas las emociones prometidas que envuelven los viajes y las vacaciones.
Aquí, en Sigüenza, las familias de bien vivían a unos metros de la catedral y veraneaban un poco más allá de donde se acababa la ciudad, esto es: a algo más de media horita a buen paso. A eso es a lo que me refiero, sólo que ahora, podemos alejarnos más y velozmente, pero va de lo mismo: cambiar de casa y de rutinas, tomar el fresco y vaguear.
A mi me encanta el verbo veranear; y hacerlo. El porqué me encanta esta ciudad lo seguiré investigando en cada visita. Este año he tratado de averiguarlo en la lectura de La memoria de los olmos de Marta Velasco Bernal y ya lo entiendo un poco más, pero seguiré indagando… mientras veraneo.
Y ya sólo me quedan unas horitas…
Disfruta tu final de veraneo, a mí solo me quedan escasos días para irme a costas andaluzas.
Sigüenza debe ser realmente hermoso.
Gracias por leer mi libro y por citarlo. Los veraneos de Sigüenza siempre fueron estupendos. La foto de portada es de un olmo, del quiosco de Leonardo y de mis padres cuando eran novios.
Muchas gracias por dejar tu comentario por aquí. Hace ilusión que la autora de un libro que recomiendas te responda, sino de viva voz, por comentario. Tenemos un conocido común, quien me recomendo tu libro: Alberto Pérez, el bardo. Quizá coincidamos algún día los tres en La Alameda.
Gracias por pasarte por aquí; y dejar rastro…