Yoriento me pasa el meme de Juan Palomo que, a su vez, le pasó Julen y que propone que presentemos las cinco pertenencias sin valor que más valoramos; y yo cumplo, faltaría más, porque apetece y porque lo pide Alfonso, uno de los que más me animaron a empezar con esto de este blog.
Como él, no soy un gran apegado a objetos y cosas. Sucesivas mudanzas (de espacios y de tiempos) me han ayudado a saber que para ir tirando basta con lo puesto y lo de la mochila. Sin embargo, me ha sorprendido encontrar esos cinco objetos sin demasiados problemas. Se trata de supervivientes natos que han sabido engatusarme hasta el día de hoy, que me han seguido de un lugar a otro, y cuya lealtad tengo que apreciar, que nobleza obliga.
Los muestro aquí, en plan bodegón y tengo que agradecer al meme que me haya motivado para reunirlos, como en un sentimental y nostálgico encuentro de viejos conocidos. No podía faltar la foto de familia y aquí os la dejo. De izquierda a derecha, la botella de Gin Plymouth de edad desconocida, la copa martini cyborg (o Borg), tres cajas de fósforos La Diosa, el libro Poder y Libertad y un termómetro que ya tendrá un siglo largo de vida.
- La ginebra Plymouth es la mejor para preparar un Dry Martini, el cóctel por excelencia. Esta botella me la trajo un amigo de Londres, la encontró en alguna tienda de licores románticamente decrépita y su aspecto, así como el dibujo del fraile borrachín, hacen pensar que tiene una edad respetable. Es un pecado no bebérsela, pero resistiré la tentación cuanto pueda, sólo para dejar que prosiga en su empeño en envejecer. Es una tentación que se ha acomodado en mi librería y que me gusta mirar de vez en cuando.
- La copa martini cyborg, o Borg, para los trekkies como yo, es una de las pocas que han sobrevivido de un lote que compré en una tienda de vajilla nada menos que en Guadalajara. Resulta que copas martini de ese tamaño, con el tallo corto y la copa alta, son muy difíciles de encontrar; así que tengo por costumbre entrar en cualquier tienda que sospeche que puedan tener alguna. Las copas se rompen, siempre se rompen, y ésta no podía ser menos. Su pié se partió en cierta ocasión; pero me empeñé en repararla para que fuese capaz de seguir sosteniéndose por sí misma. Lo conseguí con una abrazadera, una pieza de metal y un par de tuercas y tornillos; y me acompaña agradecida desde entonces, sin perder pie y facilitándome la preparación de ¿cómo no? dry martinis. Sus compañeras se quebraron, la tienda de Guadalajará la encontré abandonada la última vez que pasé y el lote era de una fábrica sevillana que había cerrado años antes de que me lo vendieran. Una superviviente nata.
- Los fósforos La Diosa los vi en un estanco, me quede prendado y nunca más los he vuelto a ver. Tan prendado me quedé que escribí un cuento en el que aparecían como personajes secundarios. Estas tres cajas siguen envueltas en el celofán original y así se quedarán mientras no encuentre proveedor de tan acertado nombre para unos fósforos flamígeros.
- El libro Poder y Libertad lo escribió Tomás Ibáñez, un profesor de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde estudié para filósofo y letrado . Quizá fue el mejor profesor que tuve. El título se corresponde a la asignatura que puso en marcha con un aforo máximo de una docena de alumnos (o menos, no lo recuerdo). Conseguí entrar en la primera edición de esa asignatura y aprendí cosas que siguen rondándome por la cabeza de manera cotidiana. Tomás Ibáñez es un aragonés criado en París, veterano de mayo del 68 y una de las pocas personas que se ha dedicado al análisis de esta dicotomía desde una perspectiva psicosocial. Lo que con más agrado recuerdo de sus clases era la sensación de que él estaba aprendiendo tanto como nosotros mientras debatíamos los temas. Por eso me encantó la dedicatoria que me escribió en el libro: “a Miguel y por sus aportaciones al tema”. Es de los pocos libros de psicología que aún no he almacenado ¿Habéis visto que tipografía se gastaba en los 80? ¡Qué horror!
- Esa cosa que se apoya sobre el libro es un termómetro. En serio. Te metes el tallo donde te plazca del cuerpo, lo dejas unos minutos, lo sacas y le das al botón que tiene en la parte superior. Entonces esa aguja, como de reloj, marca tu temperatura corporal con la misma exactitud que hace un siglo. Supongo que es de mercurio, pero nunca lo he desmontado por miedo a estropearlo. Lo saqué de muy niño de una vieja casa familiar que se puso en venta; y lo sigo utilizando.
Ya veis, son objetos tozudos y singulares, para mí o por si mismos, y me encanta de todos ellos su resistencia desaparecer y su capacidad de seguir siendo en estos tiempos de cambios. Espero que aguanten mucho tiempo más.
El meme de los cinco objetos se lo paso a seis blogueros, siguiendo las instrucciones originales:
- Odilas, a ver si, por una vez, añade los objetos a sus pasiones por las personas y por los proyectos.
- Tecnología Obsoleta, porque es evidente su afición a los objetos como ese termómetro con el que espero darle envidia.
- Días del Futuro Pasado, por razones obvias dada la selección de objetos que he hecho.
- El Documentalista Enredado, porque seguro que puede documentar el tema (¡que juego de palabras tan malo!).
- Dampyr, por lo que él ya sabe y porque nos conocemos mutuamente algunos objetos de estos.
- Félix, porque discrepa de mis prejuicios sobre algún objeto que a él le gusta .
Pues eso, si tenéis ganas, espero esas cosas; y, naturalmente, que pille el meme quien le apetezca. ¡Se me olvidaba! Mejor si enlazáis al sistema de publicidad que propone Nirelandia y, de paso, echarle un vistazo a esa gente, que trabaja muy bien.
Alumno de Tomás Ibáñez, qué suerte.
Me pongo con el meme.
¿Lo conoces? ¡Qué sorpresa!
La botella y la copa me han recordado tus consejos que me guiaron hasta las coctelerías de Barcelona… Menos mal que no tenías objetos que mencionar
Oído cocina.
Encantada de seguir la rueda. Será difícil porque aunque no te lo creas estoy encadenada a “miles” de objetos que me acompañan a todas partes. (no sólo de proyectos vive el hombre
Los tuyos te describen. Muy bello el post. A ver qué me sale.
No personalmente, pero lo he leído en Archipiélago
Tuve de profesor a Tomas Ibañez durante tres años. Hice todas sus asignatruas (1982,1983 y 1984 en la UAB). Me enamoró. Me aprendí a Foucault de memoria. Descubrí despues que perdi el tiempo. Lo siento.
me pongo en ello…cachis en la mar yo también tengo una copa pero de las “únicas”
Gracias por el reto; empezaba a sentirme un poco desconectado del mundo mundial.
Venga, pues, ¡ya estáis tardando!
Siento ese desencanto, Almeda. Lo conociste justo cuando yo dejaba la universidad.
No soy de los que siguen memes, pero no quiero dejar de decir… ¡¡me encanta ese termómetro!! Tiene un aspecto estupendo.
¡Lo sabía!
Llego tarde, pero… me encanta lo de la caja de cerillas “La Diosa”. Eso es un nombre y lo demás tonterías. Gracias por seguir el meme.
De hecho, se llaman “fósforos de cocina La Diosa” y es genial, sí.