Me resisto todo lo que puedo a meterme en proyectos exclusivamente formativos. La formación no es un fin en si mismo, nunca debió serlo, pero se ha desarrollado toda un sistema de formaxicación que incentiva a las organizaciones a solucionar sus problemas a base de cursos. Hay toda una picaresca destinada a convertir subvenciones a la formación en acciones que poco tienen que ver con aprender y mucho con vivir del chollo.
Además, que caramba, servidora es consultora y no profesora, por mucho que me identifique con Eugenio Molini cuando escribe sobre los Desafíos de un consultor metido a profesor.
Pero de lo que quería hablar hoy es de una experiencia reciente que me ha permitido hackear un proyecto de mejora de una organización contratado como formación. Al poco de que se presentase la demanda, entendí que la mejora no se conseguiría en un aula; pero, presupuestos dixit, no se podía hacer nada más que meter cualquier acción al respecto en el “capítulo” de formación.
Cuando se habla de formación en esos contextos, la verdad es que el logro del aprendizaje tiene poco que ver con el concepto. Lo que determina que una acción sea clasificada “oficialmente” como formativa es que se produzca en un aula o similar, sobre un conjunto de personas relativamente grande, en espacios y tiempos definidos que ocupen buena parte de la jornada. Si además se aprende, pues miel sobre hojuelas.
Así que me propuse someterme a las condiciones pero tratar de transformar el seminario (quince horitas en tres sesiones, formato clásico) en algo alternativo. A ver si despiezo el truco:
- Sesiones formativas no, sesiones de trabajo sí. Me vais a decir que juego con la semántica, pero va en serio. Desde el primer momento planteé las tres sesiones como jornadas en las que, bajo una terminología común (que yo proponía mediante lo más parecido a la formación, ya que me valía, sobre todo, de prezis) los participantes, con mi asistencia como consultor, debían producir un borrador de propuesta destinado a mejorar un aspecto de la organización.
- Plan de trabajo sí, programa no. Se detallaban los logros a conseguir y se preveía un horario para cada sesión, pero lo modificábamos bajo acuerdo a la que entrábamos en un tema suculento que merecía el interés del grupo y prometía dar frutos en forma de buenas propuestas de mejora. Quizá este aspecto es el más difícil de manejar. En una acción de consultoría el tiempo es maleable si uno se aproxima sin estar obligado a un computo de horas (al estilo artesano, no industrial); pero en una acción formativa el tiempo esta cuadriculado y no hay más cera que la que arde. Reprogramar de manera continua el trabajo es complicado; y mantener el equilibrio entre la rigurosidad de esos límites y la flexibilidad deseada, sin desorientar a los participantes, tiene sus riesgos.
- ¡Todos fuera! Si algo es bueno del modelo formativo es que permite sacar a la gente de su organización y trasladarla a terreno neutral. Si hay algo irritante en las acciones formativas para miembros de una organización, cuando la acción se desarrolla en sus instalaciones, son las constantes interrupciones, las ausencias repentinas y las entradas de terceros en el aula para “dar recados”. Así que todos bien lejos, en un aula ajena, que al menos trataremos de trabajar físicamente distanciados de los puestos de trabajo y sus limitaciones. Lo de distanciarse mentalmente es otro tema.
- Materiales formativos no, wiki sí. Tanto el proyecto técnico aprobado como los materiales de referencia, los que yo usaba para introducir conceptos y otros alternativos; los vídeos usados y otros de interés, los productos de cada sesión de trabajo y, en definitiva, todos los contenidos relacionados con el tema seleccionados o generados antes, durante e, incluso, después de las sesiones, se recogían en una wiki. Allí podían ser debatidos por los participantes y por cualquier persona de la organización a quien ellos deseasen invitar. No empleé papel excepto para tomar notas o para que los participante me pasasen su trabajo (y eso porqué no conseguí que pudiesen disponer de portátiles).
- Trabajar en el aula, y también entre sesiones. Las sesiones estaban espaciadas, con un día entre cada una (yo hubiese deseado una semana), de manera que entre sesiones se publicaba en la wiki lo producido en la última. Al acabar cada sesión, yo me encargaba de formatear y homogeneizar el trabajo de los participantes y lo publicaba en la wiki como mucho a la mañana siguiente, para que la gente pudiese comentarlo o, simplemente, pensar en ello.
- La última sesión no es el fin de nada. Una vez acabado el tiempo destinado al seminario formal, aún restaba publicar los resultados de la última sesión en la wiki y hacer una síntesis de todo lo trabajado. Además, como acción, en realidad, de consultoría, acabará con un informe por mi parte, con un diagnóstico de la situación de la organización respecto a la mejora deseada y las consecuentes propuestas concretadas en nuevas acciones a emprender. Este informe se publica en la web y, de nuevo, los participantes pueden realizar enmiendas y observaciones que serán incorporadas al informe final. De hecho, el informe final lo escribo yo, pero constan como co-autores cada uno de los participantes. Para este informe se reservan unos quince días, una semana para redactar una primera versión y otra para modificarla según las aportaciones de los asistentes al seminario. También aquí es muy delicado no aventurar diagnósticos que deberían basarse en un análisis más a fondo que el resultante de haber conversado, debatido y trabajado con unas cuantas personas no necesariamente representativas de toda la organización; pero hay que asumir riesgos y tres días de “convivencias”, como decía uno de los participantes, dan para reflexionar mucho.
Aún no ha acabado la experiencia completa (estamos con el informe), pero mi impresión es bastante positiva. La gente salió del seminario con ganas de más guerra en lugar de con esa sensación de “bueno, a otra cosa” que dejan los cursos cerrados en sí mismos. A mí me permitió sentirme y actuar como un facilitador y no como un “sabio” (que no soy para nada) intermediador y dosificador de conocimiento. A los asistentes les devolvió un protagonismo, quizá perdido, a la hora de proponer y debatir sobre su trabajo y su organización.
¿Peros? Que me temo que la vuelta a la cotidianidad curro los distancie de este ímpetu logrado a lo largo del seminario. Ya se verá. Dentro de la flexibilidad de una acción de consultoría, no descartamos la posibilidad de una nueva reunión, breve, para debatir las conclusiones y propuestas en vivo y en directo. Otra pega es que este formato es necesariamente más caro que uno clásico tipo “hola, soy fulanito que sabe mucho, esto es lo que debéis saber, hala, ya está, nos vemos”. Pero, qué le vamos a hacer, soy consultor, no profesor y creo que el resultado de este tipo de experiencias da para mucho más que el de una acción formativa a secas.
Muy interesante, tocayo. Leo con avidez de aprendiz estas experiencias artesanas y me deleito con los detalles. Veo que cuando hay voluntad y claridad de ideas, se puede hacer mucho más de lo que los límites teóricos, y sobre todo históricos, parecen predecir.
Lo he disfrutado.
.-= En el blog de José Miguel Bolívar… El Consejo de los Viernes: No Ignores las Señales =-.
José Miguel, me ha gustado lo de los límites “históricos”, me lo guardo.
Yo sí soy profesor. Y el futuro va en ese sentido incluso en la Universidad. Nada de hacer presentar 6 folios de una práctica un día determinado con asistencia obligada a clase. Participación continua y compartir. Y trabajar para terminar “entendiendo”. O “comprendiendo”. Bolonia impuso la evaluación continua pero se olvidó de la participación continua.
Excelente post, me ha encantado. Para enmarcar.
@ramonbalterra, … “incluso en la Universidad” … Entonces, vamos bien. No me lo enmarques, que mejor seguimos con ello y lo cambiamos .
Miquel: parece que esrtamos en lances similares. Sería interesante invitar a un presencial sobre el tema. Creo que todos podríamos aprender mucho compartiendo experiencias y estrategias para afrontar el conjunto de dilemas que apuntamos tanto tú, es este magnífico post y yo en el mío (gracias por citarme). ¿Que te parecería embarcante en una aventura así conmigo y quienes quieran colaborar? Muy cordialmente / Eugenio
Eugenio, me parece una gran idea, y muy factible por varias razones ¿Nos ponemos a ello? Gracias por pasarte por aquí
Qué bueno Miguel! Me ha encantado leer tu artículo, y ver cómo explicas y aplicas tu método. Yo soy profesor y consultor, aunque no necesariamente por ese orden. Y hago algo parecido, pero sin la wiki en mis clases de grado.
Te sigo en twitter y me suscribo a tu blog, creo que aprenderé mucho
Un cordial saludo
Pedro R
Muchas gracias, Pedro, un placer, nos leemos por aquí y por allá.
Me ha gustado especialmente lo del informe final, la opción de participación y la firma común. Los otros aspectos ya los suponía y daba por hecho por la coherencia que conozco entre lo que dices y lo que haces. Permanecer en el rol de consultor determina el rol de los participantes y marca definitivamente la relación y los resultados que se esperan de ella.
También lo intento y tengo resultados de todos los colores… Así que, si queréis que hablemos de ello contad conmigo.
.-= En el blog de cumClavis… Principios para gestionar el cambio =-.
Gracias, cumClavis, me haces pensar en que quizá sean roles incompatibles, al menos al mismo tiempo ¿no? el de formador y el de consultor…
Y ya somos tres ¿cuantos necesitamos para un encuentro?
¿Alguien ha dicho encuentro? ¿dónde? ¿cuándo? 8-D
Ellos se fueron con ganas de guerra y a nosotr@s nos dejas con ganas de más. ¿Para cuándo esa otra vuelta de tuerca? Me apunto lo del informe final, una buena manera de poner la guinda.
Veremos, Anna, los resultados en presencia se enfrían rápidamente y esa es la indeterminada de la ecuación. A ver.
Yo quiero eso. Enhorabona. De veres. Per ser capaç, com tu dius, de fer voltes a la semàntica per trobar el sentit que vols a les paraules que has de fer servir, però sobretotsobretot, per dominar taaaant el que fas per poder fer servir els mètodes/digues-li el que vulguis, per conseguir fer el que vols.
Amos, digo.
Muás!
Sí, vaja, que entre consultor i domador… poques diferències. Gràcies, Tona.
Como tú mismo me dijiste hace no mucho tiempo, cuanto menos se parezca la formación a una formación, mejor
.-= En el blog de Nacho Muñoz… Dificultades para ser un director ideal de Recursos Humanos =-.
That’s it! Nacho .
Hola Miguel! Enhorabuena y muchas gracias por revelarnos parte de tus secretos. Yo no termino de entender las filias y fobias sobre la formación y la consultoría. Creo que se puede facilitar un trabajo grupal actuando como consultor y en determinados momentos explicar conceptos que enmarquen y den sentido a determinadas cuestiones actuando como profesor. Hacer ambas cosas no sé que nombre tiene pero “consulfesor” podría ser uno.
No son secretos, hombre, que para eso escribimos, para que no haya secretos (en serio), Vicente. Lo que pasa es que para liberar conocimiento y aprender quizá el formato “formativo” ya no baste o, incluso, esté obsoleto. Hay otras vías mucho más operativas y adaptables. Como consultores debemos aportar algo más que simple conocimiento por un tubo, sin rechazar en absoluto que haya que “enmarcar y dar sentido”. Ya digo que hay que ponerse de acuerdo con terminologías y técnicas. Además que todo de lo que se abusa, y mira que se abusa de la formación, acaba en indigesto y poco apetecible….
Aquí otro consultor y formador (de Bilbao viviendo en Madrid) que suscribe muchos de tus comentarios. Hice derecho y periodismo, he trabajado en media docena de empresas y soy consultor y formador en Marketing desde hace 9 años.
Como formador imparto en Escuelas de Negocio y en la Universidad como asociado. La formación, o mejor el aprendizaje, es esencial para el individuo y la sociedad. No sólo en lo profesional o en situaciones de crisis (en sentido amplio), pero también. Aprender es entender y aplicar; si no se pone en práctica no sirve. Como decía Serrat, si al olor de la flor se le olvida la flor…
Una percepción muy interesante y diferente sobre tema formativo en la empresa. Realmente todas las nuevas herramientas formativas son interesantes, pero tampoco me parece tan mal la clase magistral+memorización siempre que no se abuse… =)
Un saludo,
Alberto
Estudiar también es una manera de trabajar, y trabajar una manera de estudiar, así que todo queda en común