Hace poco ni se me hubiese ocurrido recomendar a nadie que se metiese en una habitación con once consultores a escuchar lo que cada uno expusiese durante más de cinco horas. Ni mucho menos me creería que de semejante despropósito saliese algo concreto, si no aplicable, suficiente para reflexionar en clave práctica. Y es que soy hombre de poca fe y de experiencia larga y castigadora que ve dificilísimo que once consultores colaboren de manera abierta, algunos sin conocerse. Me cuesta aceptar que se dejen guiar por uno de ellos que, además, tiene un deje exótico preocupante .
Pero pasó.
Me vi metido en una habitación desde la comida a la cena escuchando a otros diez colegas que tenían cosas interesantes que contar. No voy a decir que todas me entusiasmasen por igual, ni siquiera admitiré que los contenidos me abriesen mente y mirada. No. Lo interesante de la experiencia no fueron tanto los contenidos como las formas; no tanto las exposiciones como las ideas que surgieron en los diálogos que provocaron.
El segundo día Eugenio ofició de barman y maestro coctelero. Consiguió, con una técnica admirable por lo simple y brillante, que de una amalgama de hijos e hijas de su padre y de su madre emulsionase una pócima la mar de rica. Aún me la estoy tomando, a sorbos y despacito, que tiene enjundia: el mapa de ideas del buen hacer [no] formativo. La verdad es que cada uno de los consultores fue a su bola y la mezcla, batida, no agitada, constituyó la verdadera buena experiencia de las jornadas #redca de Girona.
Quedó demostrado que nos lo pasábamos muy bien cuando durante los descansos, comidas y copas seguíamos hablando de red y de consultoría; o cuando la conversación se alargaba hasta las cuatro de la madrugada, en el portal del hotel, como si fuésemos adolescentes que no saben separarse ni quieren aceptar el fin del día. Eso sí, las conversaciones se aderezaban hasta el exceso con referencias trekkies, zoológicas, shakespirianas, peliculeras, comiqueras, costumbristas y góticas. Sobre esos aderezos ha surgido un nuevo proyecto de taller, pero esa es otra historia…
No voy a negar que entre tanto contenido no se colase algo de consultolabia; pero siempre iba acompañado por una elevación de cejas o alguna sonrisa torcida que demostraba que estábamos en guardia. Quedaron, en cualquier caso, los palabros propios del oficio sepultados por un sinnúmero de palabras inusuales en este tipo de foros: strip-tease, ornitorrincos, fertilizar, divertir, conversar, buen hacer… en fin.
Las perlas de las jornadas, para mí, fueron:
- La actitud 2.0 pura y simple de José Manuel que desvestido de toda tecnología doscerista demostró que lo doscero no tiene demasiado que ver con ella. También nos hizo notar cuán perturbadora puede ser nuestra actitud friki, multitarea, especialmente la tuitera: “¿Quieres parar de tuitear que me pones nervioso?” .
- El ofrecimiento y la impecable ejecución para conducir la segunda jornada de Eugenio que, además, enunció algunos principios sobre la organización en red que reconocí como ideas mías mucho mejor expresadas de lo que yo soy capaz, algo que convierte a un autor en verdadero compañero de viaje.
- El alcance y envergadura del proyecto expuesto por José Miguel, montado sobre una estructura muy simple; todo disimulado en un mapa de ideas de ná.
- La franqueza y el entusiasmo abiertos de Gallas; y su manera de hacer explícita su perturbación ante algunas discrepancias con el método de las constelaciones organizacionales.
- La sencillez cristalina de las formas e ideas de Anna en su exposición. Yo no sé hacer presentaciones tan bonitas… casi nadie sabe.
- El “palique fértil” de Amalio, que no calla pero que escucha, dribla, corrige y absorbe mientras ejerce de incansable conversador.
- El trabajo en equipo de Manel y Anna para organizar las jornadas, que les salió redondo.
- La diversidad de referencias de la exposición de Manel y la complicidad comiquera que estableció con Gallas.
- La impresionante actitud de aprendiz de Nacho, sus silencios en las conversaciones. Nacho es un maestro, pero de delicioso incógnito.
- La idea de “actitud Troyana” de Sílvia, capaz de conseguir que un policía se despelote en una sala llena de gente, ¡uau!.
- Y la perplejidad de Alberto cuando intentaba entender esto de que la red de #redca tuviese como criterio de entrada y funcionamiento que no hubiese criterio alguno. Nos sirvió de mucho el tener que explicarlo.
Y de las perlas a la pegas, sólo un par importantes, que detecté: El formato breve de exposición (menos de 15′) es muy difícil. Hay que currárselo mucho y no cualquier contenido es susceptible de funcionar en esa brevedad. En el programa de las jornadas se pedían experiencias, pero ese tiempo es insuficiente para presentar una experiencia y hablar de ella hasta destilar sus ideas clave. Creo que los escasos diez minutos se ajustan más a la presentación de ideas, tesis y propuestas genéricas. Y que hubo pocas chicas…
Por los enlaces, si los habéis seguido, llegaréis a la wiki que recoge los contenidos y alguna imagen de todo esto. No da para entender lo que he explicado, pero sirva para mostrar la intención de compartir lo que hicimos. Por mi parte, queda para un próximo apunte una ampliación de mi exposición.
Más entradas sobre las jornadas, aquí.
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