Afilar el lapicero

Recomendar libros es cosa delicada, especialmente en un blog personal como este donde escribo de esto y de lo otro, según esto o lo otro me impacta o despierta mi interés, y no sé quién me estará leyendo. Me lo he permitido unas cuantas veces cuando la actualidad me daba una excusa o aprovechando una cita. En mi identidad físíca ordinaria me cuido mucho de recomendar qué a según quién. Sólo lo hago cuando tengo la casi absoluta certeza de que el libro gustará.

Pero hoy recomendaré el libro de Daniel Cassany, Afilar el lapicero: Guia de redacción para profesionales, por que estoy bastante seguro de que gustará y será útil a mucha gente que sigue este blog (exceptuandoos a vosotros, peste de adoradores del pato Lucas). Aunque la actualidad también es excusa por que el libro es reciente, mi recomendación de este y de los otros libros anteriores de Daniel tiene razón de ser en que pocas veces he visto el tema de la redacción mejor tratado y de forma tan amena. Daniel Cassany lleva metido un montón de años en el tema de enseñar a escribir bien (así: simplemente bien) a profesionales de todo tipo. Le conocí por terceros y, tras la lectura de Descriure escriure y La cuina de l’escriptura (también se encuentran en castellano), decidí asistir a uno de sus seminarios abiertos, ya hace un montón de años. Su conocimiento del tema está muy fundamentado y su manera de enseñar, en vivo o en sus libros, es directo, práctico y efectivo. Eso es algo muy raro de encontrar entre los del gremio universitario. Cuando se da vale la pena avisar y dar voces.

Siempre, en cualquier entorno laboral, me he encontrado con que muy poca gente le da importancia a la escritura correcta y, eso, como Daniel Cassany dice en su presentación del libro, es francamente doloroso.

Afilar el lapicero se dirige a los que escriben, a los autores, pero también a los correctores, a los editores, a los supervisores, a los jefes que dan el visto bueno, a los lectores que quieren tener criterio. En cualquier caso conviene conocer bien las herramientas utilizadas. ¡Qué flexible, versátil, poderoso y resolutivo es el discurso!, cuando se utiliza con perspicacia. Pero ¡qué torpe y simple puede llegar a ser si se usa mal! ¡Cómo confunde, atolondra e irrita, en estos casos!

Echo de menos un capítulo relacionado con el escribir en los medios de la web 2.0. Es un campo donde hay mucho que hacer. Pero paciencia que seguro que caerá en alguno de sus próximos libros.