Hoy he estado de sobremesa con un profesional de la informática, una persona que trabaja en la cresta de la ola de las aplicaciones, acostumbrado a tratar con jóvenes nativos digitales. Mi contertulio, como yo, había nacido en un mundo donde por no haber, no había ni siquiera monitores de TV; había llegado a adulto sin PCs.
Todo llegó, y hacemos uso de los recursos y entornos digitales casi como nativos. El caso es que él me comentaba que había soñado más de una vez con un mundo donde no había ordenadores. No lo comentaba como una rareza, o como algo nostálgico, sino como, en realidad, una ventaja ante sus jóvenes colegas, gente que no podrá soñar con un mundo sin ordenadores porque nunca ha vivido en un lugar así. Dominando como domina los entornos digitales, decía que él todavía era capaz de entender que lo que más importa no es el medio, sino el pensamiento de quien lo usará. Le preocupaba la orientación de sus colegas digitales, que eran taxativos en sus valoraciones de los medios tecnológicos. No es que valorasen más el medio, es que sólo valoraban el medio, sin considerar los procesos de la gente a quienes tienen que servir.
Le alarmaba que un enfoque sobre procesos de información tomados como esquemas y flujos fuese todo lo que había que considerar, sin prestar atención alguna a la gente que está detrás de esos procesos, de cómo se sentían al realizarlos, de porqué habían acabado en medio de esos procesos ¿Porqué un médico llega a querer trabajar en los “procesos” médicos? ¿Qué es una enfermera, además de una “cumplimentadora” de historiales de pacientes? ¿Cómo piensa uno de estos profesionales ante el sufrimiento? Y, claro, estaba seguro de que ser capaz de tener en cuenta todo ese vago conjunto de sensaciones le hacía ser mejor profesional. Pero lamentaba que muchas veces tenía que renunciar a explicar a sus colegas este tipo de ideas porque los veía tan seguros con las suyas…
Acabando, ya levantados de la mesa, me pregunta “¿Conoces el transhumanismo? Échale un vistazo”. Al llegar a casa me he puesto a investigar.
Yo también puedo soñar con un mundo sin ordenadores. Quizá los nativos digitales, cuando sueñen con un mundo sin ordenadores en realidad estén soñando con un mundo de ordenadores…
Urbanita para toda la vida, fugado en una isla mediterránea; filósofo y letrado que mola más que psicólogo, de apellido, social que, en mis tiempos, era una especialidad. Entre tanto título genérico me quedé con un perfil polimórfico y más bien metodológico. Desde la enseñanza a la consultoría, pasando por la estadística, la creación de [...]
Buena reflexión. Tal vez, tu contertulio sería un espléndido director de sistemas y tecnología porque parece tener una perspectiva que va más allá de los cables, las redes y el silicio. Estoy harto de leer por ahí que esos departamentos han entrado en una dinámica constante de más presupuesto, más tecnología, más tiempo delante de los PCs o Macs, más desarrollos a medida… Tal vez se ha perdido la mesura y la independencia de pensamiento en materia tecnológica y los cables “no dejan ver el centro de cálculo”, allí donde reside el poder de procesamiento de la información de la empresa.
Había un libro… “La tecnología autónoma”, de allá por los 80, que explicaba estas cosas pero que muy bien. A ver si lo recupero.