La semana pasada quería poner alguna de las piezas de las Variaciones Goldberg. Las llevo conmigo desde que un amigo me las presentó hace muchos años. Empecé a documentar el tema, pero me di cuenta de que no podía llegar a hacerlo como, en mi memoria, lo hizo Dampyr en su día. Así que le invité a escribir la entrada de hoy. Ahora puedo leerla y recrear el momento en que me puso en contexto esa obra. Un lujo. |
Variaciones Goldberg – Aria – Glenn Gould
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Variaciones Goldberg – 1ª variación – Glenn Gould
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Once upon a time, un tal conde Kaiserling, del cual se dice que padecía de un terrible insomnio, le encargó a Bach que escribiera unas piezas para que Johann Gottlieb Goldberg, a la sazón músico del conde, las interpretase a modo de somnífero… éste es el origen improbable que se le atribuye a las Variaciones Goldberg. Pieza publicada en 1742 y de extraño origen debido al poco interés que manifestaba Bach hacia la forma de la variación. Desde entonces hasta ahora, el influjo hipnótico que ha ejercido esta pieza, en especial su aria, sobre generaciones de iniciados y no iniciados, es incuestionable.
Identificar las Variaciones Goldberg con Glenn Gould es irremediable, sobretodo para los públicos no iniciados. La edición y comercialización de sus dos ediciones (1955 y 1981) tuvo un gran impacto a nivel mundial con efectos mediáticos diversos, recordemos si no la melodía que escuchaba el doctor Hannibal Lecter en El silencio de los corderos, después de haber dejado fuera de combate a los dos policías que lo custodiaban.
En 1983, un año después de la muerte de Glenn Gould, Thomas Bernhard saca a la luz su novela El Malogrado en la cual, dos jóvenes músicos virtuosos se ven impelidos a abandonar la música y a hundirse en la miseria ante el desasosiego y el fracaso que sienten por sus carreras después de escuchar al, también joven, Gould interpretando las Variaciones Goldberg.
Glenn Gould le da a las Variaciones Goldberg un sonido y un sentido particular. De hecho, él mismo se reprende por hacerlo (notas para la carpeta del disco de 1956) al conferirle a estas piezas una intención de tiempo y de dinámica desatentas a la posible voluntad del compositor.
Así pues, Gould logra imprimir al aria un carácter de autosuficiencia que la hace indiferente a las 30 variaciones que se derivan después de ella y, de hecho, llega a caer en el olvido hasta su reexposición final. El estallido brutal de la primera variación, poniendo fin a la tranquilidad anterior e irrumpiendo con carácter propio y protagonista, arremete de lleno contra una necesidad básica que el propio Gould atribuye a cualquier variación:
“Las variaciones necesitan un tema con una curva melódica que suplique verdaderamente una ornamentación, o una base armónica, despojada hasta sus cimientos y preñada de la promesa y la capacidad de una explotación exhaustiva.”
Glenn Gould. Las Variaciones Goldberg, notas a la edición de 1956.
El resultado, como dice un buen amigo y excelente maestro (Albert), es que podemos, en este caso, dejar de hablar de las Variaciones Goldberg para hablar de las Variaciones Gould.
Este sentido íntimo de la aportación inevitable que realiza una parte sobre la otra, combinada con la indiferencia necesaria en cualquier relación, es la gran contribución de Gould, sospecho que no sólo a esta pieza:
“Esto me proporciona la ocasión de reflexionar sobre la relación del aplauso con la cultura musical y he llegado a la conclusión, con la máxima seriedad, de que la medida más eficaz que podría adoptarse… sería la eliminación gradual, pero completa, de la respuesta de la audiencia.
…creo que la justificación del arte es la combustión interna que enciende los corazones… y no sus manifestaciones públicas, vacías y exteriorizadas. El propósito del arte no es la liberación de una expulsión momentánea de adrenalina sino, por el contrario, la construcción gradual, de toda una vida, de un estado de admiración y serenidad.”
Glenn Gould. Que se prohíba el aplauso, 1962.
¡Qué buena explicación! Recuerdo cuando fui a comprar las variaciones “Gouldberg” y le di ocasión al listillo de la tienda de música de preguntarme: “sí, vale. pero ¿las que grabó de joven o de mayor?”. Creo que llevaba una década esperando poder hacer esa pregunta.
Muy bueno lo de “Gouldberg”. Podría haber titulado la entrada como “Variaciones Gouldberg” y hubiese sido bastante fiel a la idea de Dampyr.