Para poder conectarme a ¿el mundo? ¿Internet? ¿la blogosfera? debo subir alrededor de un kilómetro por una calle en cuesta con un desnivel de un mucho por ciento o así. Las autoridades telecos a las que pago religiosamente no me dan ni agua, aunque me cobren su cobertura inalámbrica (faltaría más) a precio de crudo 3G. Me suple de banda ancha la wifi abierta de lo que creo que es un centro cultural del ayuntamiento, en la Plazuela de la Carcel (paradójas de la historia), donde los extracomunitarios con portátil se vienen también a hacer teleconferencias.
Ayer nos visitó un trovador paisajista que vive en Madrid y que fue quien me ilustró, hace muchos años ya, sobre esta ciudad magnífica de Sigüenza, cabeza de partido. Hace dos días me despedí, hasta probablemente el año que viene, de un amigo que vive en Nueva York y que, cuando sabe que estoy por aquí, desvía su ruta hacia el sur para hacer una paradita y hablar de lo que se tercie al fresco de la Alameda o a la vista de la catedral. Llega siempre en tren y en tren se va, últimamente usa también algo parecido al tren, pero que ha ganado en velocidad lo que ha perdido en hermosura, excepto, eso sí, en su nombre: AVE, en inmodestas mayúsculas; que para en estaciones feas, desoladas y nuevecitas, mientras que en Sigüenza la estación va envolviéndose en nieblas que sólo despejan algunos escasísimos trayectos que vienen de Soria y van a la capital en un recorrido tozudo y resistente.
Es la red, la red de verdad, la social, la de carne y la digital y son los nodos virtuales y de piedra gótica, los canales de adoquines, de raíles y de bites.
E, igual que mi amigo de America o el de Madrid, me desplazo, piernas mediante, para pillar esta wifi generosa y bloguear un rato, que para eso estamos, para conversar a la sombra o a la vista de lo que sea.
Hala, buen verano, aunque está cayendo fuego del cielo; ojalá dispongáis de buena sombra.
Bonito sitio (y fresquito) Sigüenza para descansar. La red wifi también conecta personas de verdad, de carne y hueso. Bien es verdad que para el ser humano los contactos visuales son inigualables, el 90% de la información nos entra por los ojos. La alameda y el río te están dando un toque de poesía en la escritura; a mi me gusta.
No está mal esta reflexión relacional… Recuerdos me trae de encuentros donde bardos y viajeros eran el eje de la conjunción. Buenos días a todos desde Avalon donde las nieblas, como cada mañana, han descendido para dejar ver un paisaje abrumadoramente exuberante
La letra con la que nos comunicamos por las telecos, también entra por los ojos ¿no Félix? otra cosa son las miradas, el tacto, la voz y otros atributos y sentidos en vivo que desde luego aún no hemos conseguido transmitir. Aunque Dampyr casi casi consigue que los rescate gracias a memorias compartidas .