El viernes se cumplió un año de la primera anotación de este blog y dejé pendiente una reflexión sobre este periodo de blogueo. Cuando me pongo a pensar, la verdad es que, por un lado, tengo pocas conclusiones asentadas, y por otro, siento que bloguear se ha incorporado a mis hábitos muy naturalmente, por lo que reflexionar sobre ello me supone la misma dificultad que hacerlo sobre cualquiera de mis hábitos cotidianos.
No es éste mi primer blog. Enpecé en blogger con uno cerrado a un grupo de miembros que disfrutamos con ciertas actividades y puntos de vista semiclandestinos. Duró unos años, pero era un blog de baja intensidad, destinado a publicar ideas herméticas y como medio de comunicación de tres amigos muy alejados geográficamente.
Una cosa es tener un blog y otra entrar en la blogosfera de lleno; y eso comenzó cuando empecé a utilizar un agregador. Pasar de leer alguna recomendación esporádica que te llega por email a tener entre decenas y centenas de entradas por leer cada día marca una diferencia. Al llegar a este punto ya eres un ente blogosférico, te has acostumbrado a algunos de los barrios y la tentación de montarte piso empieza a corroerte. Si, además, unas cuantas personas te pinchan y te empujan, que llegues a bloguear está vendido.
Me gusta (mucho) escribir y tengo una curiosidad matagatos, así que me lancé a la piscina con facilidad y chapoteando bien a gusto; y en eso estamos. Mi opción fue un blog personal. Nunca he sido un teórico de mi trabajo, fuese cual fuese, y mis intereses son muy dispersos. La cosa era escribir y anotar ideas y encuentros con otras ideas que me pareciesen dignas de ser garabateadas y presentadas. También es cierto que había una apuesta profesional. Por aquí se está moviendo algo importante y quiero estar cerquita de esa posible singularidad.
Los resultados son:
- He comprobado que mi gusto por escribir no es sólo un ideal sobre mí mismo. He acabado escribiendo algo, aunque sea una chorrada, cada día y no me canso.
- El barrio mola y uno se pasea a gusto. Hay buenas escuelas para mis niñas neuronas y los vecinos son de los más amable. No me he encontrado ni a un troll, aunque, la verdad, se le echa de menos cuando no lo tienes, que le daría emoción a esto.
- En lo profesional me ha ayudado mucho. Entrar en lo 2.0, abrir las orejas y estar al quite de lo que se cuece marca una ventaja competitiva importante. Lo he comprobado, además con amigos a los que les he inducido a probarlo. Van colocados todo el día. Es duro evangelizar, pero ellos se lo pierden. Personal y profesionalmente, usar las herramientas 2.0, aunque sólo sea en propio provecho, supone una diferencia.
Tengo que pensar todavía en:
- Cómo mantener una conversación más fluida. Desde que me enredé que no tengo mucho tiempo y dejo de comentar antes que de bloguear. Claro que siempre están las entradas Blog2Blog, pero el comentario es más directo, vivo y ramificado. Sin embargo, el tiempo da para lo que da y, por ahora, voy a seguir padeciendo la disyuntiva entre bloguear y comentar.
- Que hay una vena literaria y cuentista que el blog no me cubre y no acierto a darle una salida ¿Otro blog? No hay tiempo ¿Idear una manera de integrar el cuento en este blog? No lo veo claro.
- Que me gustaría poner en marcha un blog en colaboración con otros, pero va a ser difícil. Tiene que aparecer un tema y una afinidad difíciles de encontrar. Quizá deba dejar de considerar a los sueños de la razón como mi blog e invitar a otros amigos, pero se me hace cuesta arriba, esto del blog es como un instrumento musical, se hace a ti y tú a él.
- Que debería pensar si el ritmo de una entrada diaria es conveniente; pero, la verdad, no me preocupa. Soy animal de rutinas y saber que cada día tengo ese ritual me complace más que me estresa. Si viese que me agobia, cambiaría la cadencia.
- Mi identidad digital, que anda dispersa por unos muchos servicios que pruebo y ahí se quedan muertos de asco. A lo mejor va de eso, pero me siento intranquilo con tanto de mí vagando por esos territorios virtuales. Tengo la sensación de que debería organizarlos.
Como veis, mi reflexión no ronda cifras ni gráficas. Me leen unos cuantos ya, como se refleja en los subscriptores que, al final, es la estadística más significativa. Aumentan suave y perezosamente y te acostumbran a esta tranquilidad.
Para celebrar el año podría haber cambiado el tema, pero el que uso me va. Me hubiese gustado poder ofrecer un nuevo espacio de conversación relacionado con mi sitio web profesional, pero lo tengo ya bastante avanzado y un día de estos lo inauguro. Ya caerá. Será wiki.
Total, que los mejores cumpleaños son los que ni te enteras que han pasado. Aunque éste ya ha supuesto dos entradas, pero bien tranquilas. Tan a gusto, oye.
Nos leemos.
Felicidades por este primer añito, y que se cumplan muchos más.
Comparto alguno de los aspectos “en los que pensar”, principalmente el de la vena literaria, que en mi caso sigue pulsando pero que por tiempo no puedo desarrollar como querría. Lo de la identidad digital también me inquietó un poco en su momento, aunque he logrado apaciguar esa inquietud usando Mevu, que al menos me permite tener una cierta unidad.
Le transmito mi enhorabuena y le animo a que escriba sobre los monstruos del sueño de su razón.
¿Tú crees que es sólo cuestión de tiempo, Iván? También hay que echarle valor…
Acuso recibo de sus deseos, Jarto y quedo a los pies de su señora
.
Quedamos a la espera del wiki profesional.
¡Qué bocaza tengo! Pero ya está bastante lista. Le faltan un par de hervores y acabar de pensar en cómo organizo los contenidos abiertos. No es fácil, no.