Ando volando un poco a ras de suelo, leyendo y escribiendo sobre organizaciones. Empiezo a perder el norte y a tener la sensación de que estoy en un metaverso basado en la virtualización de la más pésima de las literaturas; como si en la Biblioteca de Babel hubiese una sección dedicada a las obras malogradas y yo hubiese caído en medio.
Todo eso de la misión (mesiánica) y la visión (precognitiva) empresarial, los planes estratégicos (militaristas), el compromiso (catequista), las competencias (combatientes) y toda esa palabrería pertenece a un estilo max-mix de la Biblia y Guerra y Paz donde los narradores son Mulder y Scully.
Algún día quizá encuentre una organización donde el lenguaje sea claro, llano y directo; la gente trabaje por el dinero que cobra, abiertamente, y le guste hacer las cosas bien porque es satisfactorio resolver problemas; donde las personas sepan hacer cosas en lugar de disponer de competencias; que se alegren moderadamente si a la empresa, al patrón, le va bien; pero sin tener que hacer suya la misión ni visualizar un futuro cabalístico ni comprometerse con nada ni con nadie más allá de hacer lo que se debe.
Y es que ¿porqué lo llamarán amor cuando quieren decir sexo?
Nada, una entrada para hackear un poco el día… ustedes perdonen la interrupción.
¡Cuánta razón tienes! ¡Cómo nos hemos complicado! Nosotrso le llamamos el Mé todo Tutankamon, con todas sus recetas para paralizar las cosas, dar vueltas sobre lo mismo (esa frase de “tenemso que darle una vuelta”, que lo dice todo y no dice nada, pero es una forma de tutankamonizar algo, tanta parafernalia metodológica con la que nos defendemos o nos auto-protegemos.
Me gusta la idea de darle la vuelta a la cosa, porque después de darla una vuelta a algo al final se queda en igual situación (salvo que tenga un espín 1/2, pero tampoco vamos a complicar la cosa otra vez)
Me estáis mareando… :-{
Hablan de amor cuando quieren decir sexo porque le da más glamour al tema, vende mejor y farda un montón delante de los amigos. Así que, si pillas a algún ingenuo en su primer plan estratégico, pues igual incluso se enamora. Y si no funciona, pues el revolcón no te lo quita nadie. Y entre plan y plan vamos pasando la vida, que una cosa es ponerlo negro sobre blanco y otra muy diferente pasar a la acción.