Pocos conceptos de empresa deberían ser más sociales que el de “puesto de trabajo”. Probablemente también es el tema que mejor conoce cada una de las personas que trabajan en la organización. Sin embargo, habitualmente los puestos de trabajo son definidos desde las alturas de la dirección o desde las cavernas de los recursos humanos, con la debida asesoría de una caterva de consultores. A lo sumo, erreerrehachehache pasará un cuestionario opaco para la mayoría de los trabajadores, que se limitarán a corregir alguna barbaridad. Un montón de euros después, erreerrehachehache, la dirección y lo sindicatos dispondrán de un nuevo ejemplar del siempre anhelado Catalogo de Puestos de Trabajo (CPT) o Relación de Puestos de Trabajo (RPT) que consiste en algo así como describir un puesto de manera que sea difícil entender de qué va, pero que quede claro de qué no va y, tras disecarlo, conseguir que perdure en el tiempo, cambien los tiempos mucho o poco, que cambiar cambiarán… pero no el puesto, el puesto estará tan catalogado como una viscera sumergida en formol y etiquetada.
El caso es que, especialmente desde la administración, me llegan muchas demandas para ejercer de taxidermista tanto de clientes nuevos como de ya viejos conocidos. Lo piden como algo inevitable, casi siempre urgente. Entiendo que las administraciones están bajo la obligación absurda (una más) de dotarse de esos catálogos que lo dejen todo atado y bien atado, tal como gusta a sindicatos y Administradores Mayúsculos. Claro, yo no puedo ir diciendo que no, que eso es malo, caca, cliente, no se toca que huele mal. El cliente necesita la ayuda de una consultoría para llevar a cabo esa “normallización” de su plantilla y aquí, servidora, está para ayudar. Sin embargo, creo que reproducir el método tal como lo he relatado no deja de ser un error y, en mi caso, una falta de honestidad. Por eso ando pergeñando algún invento para dotar al tema de nuevos valores sociales y dinámicos, un poco de especia 2.0, que le dé vida en vez de disecarlo. Y la cosa apunta por aquí:
- Los puestos de trabajo, sus ocupantes, sus atributos, requerimientos, todo sería trabajado desde una base de datos que permita actualizaciones y revisiones ágiles, contar con el histórico de un puesto y de una persona y, sobre todo, disponer y tratar el enorme conjunto de información sobre los puestos como conocimiento a disposición de la gente y de la corporación.
- Por eso, la información de las características y atributos de cada puesto estaría disponible para todas las personas de la organización, junto con la información pública de quien lo ocupa.
- Se diseñaría la aplicación como un servicio 2.0, donde cada persona disponga de la posibilidad de
- mantener y modificar su perfil personal y público,
- comentar y consultar sobre cualquier puesto, especialmente si forman parte de su equipo o si en su trabajo tiene relación.
- describir su puesto de diversas maneras alternativas que enriquezcan la rigurosidad de las descripciones formales: fotografías de situaciones y espacios laborales, o un cuaderno del puesto donde hacer anotaciones cualitativas, recoger anecdotas, etcétera.
- abrir consultas sobre el propio puesto para recoger posibles mejoras entre quienes lo conocen o tienen relación con él.
- Todo el mundo podría, insisto, comentar sobre un puesto cualquiera, pero quien ocupa el puesto, el responsable de su equipo y algunas personas en puestos determinados (erreerrehachehache y dirección) podrían hacer propuestas formales de cambios en los puestos.
- El puesto quedaría definido a una fecha dada, pero habría circuitos para que las propuestas sobre el puesto, que se podrían hacer cuando sea, fuesen consideradas periódicamente por las “autoridades competentes”, habitualmente erreerrehachehache, sindicatos y mandos. La propuesta de cambio podría ser incorporada a la descripción o ser rechazada con argumentos, por supuesto.
Así que en lugar de tener un catálogo muerto, reseco y ¿porqué no decirlo? maloliente, se dispondría de una base de conocimientos sobre lo que hace la gente de la organización, estructurada, pero también abierta a aportaciones cualitativas, dinámica, viva y cambiante, tal cual la vida misma, mire usted…
A ver si así… y a ver cómo sale.
Miguel, la idea es fantástica, pero (siempre hay un pero) no debería ser una isla en un mar de formol.
Probablemente, en una administración tradicional, la introducción de una RPT 2.0 destapará montones de contradicciones. Si se quieren destapar e ir avanzando, estupendo, pero si no quiere cambiar nada, va a ser un problema, ¿no?
En el blog de Alorza… Bruselas, 16 de marzo: grandes ejemplos de web2.0 en los servicios públicos
Por supuesto, Alorza, pero como ya has dicho tú muchas veces, citando a Genís, se trata de pasar de lo 0.0 a lo 2.0 pasito a pasito. La base de la aplicación sigue siendo un catálogo, pero en una base de datos mucho más manejable. El catálogo puede ser, simplemente, una aplicación web en la intranet, como el de papel, pero más cómodo y, poco a poco, se le puede ir incorporando la posibilidad de propuestas y comentarios, abrirlo sin restricciones, etcétera.
De todas maneras, lo estoy trabajando porque cuento con un par de entidades que se apuntan a la idea, claro. Incluso me planteo si no podrían abrirse determinadas informaciones entre organizaciones con puestos similares, de manera que se aportasen entre sí la experiencia sobre “lo que se hace y quien lo puede hacer”.
Lo del catálogo a palo seco, en plan libro de Petete de los puestos, ya no se lo cree nadie, pero aún se instrumentaliza por unos y por otros para finalidades de control y presión. A eso no voy a jugar, así que hay que inventarse algo para poder seguir jugando
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Ojalá, mkl, “Lo del catálogo a palo seco, en plan libro de Petete de los puestos, ya no se lo cree nadie”. Algunos aún sí, al menos como solución para cumplir el expediente. Si así pasan suave, ¿para qué complicarse la vida? Me temo que algunas “autoridades competentes” son más comodonas y menos competentes de lo que imaginamos. Y es que hacer una RLT acostumbra a ser un riesgo poco calculado, pero con decir que se ha hecho (no se acostumbra a valorar los resultados, sino el hecho de haber cumplido con un cierto compromiso) hay más que suficiente y “vende” un montón.
Evidentemente, encontrar organizaciones que apuesten por modelos más abiertos es todo un lujo y la mera expresión de esta voluntad es un buen inicio para intentar transformar el modelo.
En el blog de Anna… Benchmarking, naturalment