Hablaba con una persona con la que conecté muy rápidamente cuando tuvimos que trabajar juntos. Es una profesional de impresión, que consiguió que una organización prácticamente en quiebra pasase a ser una de las más ejemplares en su actividad. Habíamos comido juntos y tomábamos una copa después de resolver rápidamente un par de temas. No recuerdo a razón de qué, va y me dice algo así como “Mira, para llevar bien un equipo, una organización, una de las virtudes esenciales es ser un vago“. Sin pedir aclaración alguna, choqué su mano, le felicité. Era la primera persona a la que le oía decir en público algo así. Por fin, había encontrado a alguien que pensaba como yo. Nos reímos un buen rato.
Ya no he vuelto a sentirme tan solo cuando me reitero en la bondad de la vagancia para la productividad de verdad de la buena. Parece una contradicción en sus términos ¿verdad? pues no. Resumiendo la idea: |
- Sé vago, delega, deja que otros hagan el trabajo que saben hacer, no quieras cubrir todos los huecos. No podrás y lo harás por lo menos tan mal como temes que lo pueda hacer otro.
- Pierde el tiempo, distráete, mira para otro lado, cánsate de lo conocido rápidamente. Las nuevas ideas no suelen estar enfrente.
- Invéntate excusas para no acudir al 80% de las reuniones que te reclaman. Envía a otro. No envíes a nadie. Ves sólo al 20% de reuniones que sabes interesantes, que te divierten. El otro 80% son una pérdida del 99% del tiempo que duran.
- Abúrrete de los temas que se repiten, de los problemas irresolubles, de las soluciones obvias, de las tautologías. Distráete con cualquier petición nueva, con las paradojas de la vida, con aquello que no entiendes, con los problemas jodidos de verdad. A lo banal, ponle cara de asquito.
- Invierte tu tiempo en disponer de más tiempo. Pierde el tiempo en montar procesos que te eviten tener que repetir las tareas, las instrucciones. Sé el mejor proyecto de vago que nunca existió. Busca la eliminación de toda actividad superflua y la máxima rapidez en resolver toda actividad necesaria. Acaba con ella rápidamente.
- Bosteza ante los escritos interminables, los circunloquios, los que hablan y no preguntan, los adverbios, las esdrújulas, los incisos y las frases largas. Cualquier cosa demasiado extensa merece un bostezo explícito, sonoro y contagioso. Expande tu aburrimiento. Sé breve, conciso y claro.
- Ante una crisis, siéntate. Deja a los demás que corran por los pasillos, que derramen lágrimas de ansiedad, que vociferen, que se reúnan, que se exciten unos a otros, que se estresen y que pierdan todo control de sí mismos. Tú, siéntate, piensa, sé frío y deja que tu posición sosegada impregne al resto del equipo.
- No soluciones nada a medias. Si no lo puedes solucionar definitivamente, déjalo estar. Concentra tu esfuerzo en lo efectivo. Que poner parches te de pereza, toda la pereza.
- El problema más urgente casi nunca es el más importante. Resuelve lo más urgente con la calidad mínima necesaria y ataca a lo más importante con la serenidad del corredor de fondo. No dejes que te hagan correr al son de la campana de alarma.
- El más rápido nunca es el más certero. La primera idea nunca es la mejor. Ante un problema o una decisión no tengas prisa, sé vago, deja que las ideas fluyan hasta que encuentres la más adecuada.
- Calla. No gastes energía en hablar. Dosifica las palabras. Que sean pocas y efectivas.
(Va por Félix)
La vagancia como management, la paradoja de la gestión, el oxímoron de la productividad…
Pues es una idea para una serie de ideas radicales de esas, o para una ponencia o un seminario…
Buen decálogo+1. En concreto me encanta practicar el punto séptimo y el noveno, real como la vida misma. Yo añadiría otro. No respondas las llamadas telefónicas que exijan una respuesta rápida: prevé qué es lo que te van a contar, analiza que hay detrás de la actitud urgente de tu interlocutor, pertreña una estrategia, llama–siempre hay que devolver la llamada–y muéstrate tranquilo, con la solución cubriéndote las espaldas.
Yo lo hubiera titulado quieto, sosegado, tranquilo… si acaso, aparentemente laxo.
Cierto!!
Creo que tal y como lo plantea, hay que inlcuir la “vagancia” como una competencia directiva (ahora que está tan de moda esto de las competencias…). Yo añadiría aquello de “no admitas jamás que eres un vago y señala a otros como verdaderos vagos”
Creo que no te has enterado del texto, con todos mis respetos. Entiendo que ser vago es una característica esencial del ser humano … ahora, socialmente compensamos nuestro alejamiento de lo esencial, lo básico con esfuerzos innecesarios para no se qué.
Perdón, Dampyr, pero no. Lo de la vagancia y las competencias son términos radicalmente contrapuestos. “No pierdas el tiempo intentando entender eso de las competencias si no quieres volverte un incompetente experto en competencias”. Con perdón de los popes y gurus de ese tema. Y la vagancia no hay que ocultarla ¡hay que hacerse evangelista de su mensaje!
De aparentemente, poco; amalgamador
Amén. Aunque yo creo que no es un vago lo que describes sino…no sé, a mi me recuerda al Dr. House.
¡Anda! Pues vas a tener razón, dsanchezbote ¿Porqué no se me había ocurrido? Si es mi ídolo :-0)
¡Qué bueno, mi compay! Ya lo decía León Felipe: “la mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos”.
Mil gracias por los consejos, que desde hace tiempo hago lo posible por seguir a pesar de que las cosas no son tan fáciles.. Yo mismo daba tiempo atrás algunos parecidos bajo el título del movimiento slow down. Lo que planteas no es vagancia; es inteligencia. Un directivo que no tiene tiempo de apoyar los pies sobre la mesa y mirar por la ventana tiene mal futuro.
Al ejecutivo se le paga por:
- Tomar decisiones
- Plantear nuevas iniciativas
Ninguna de estas cosas se puede hacer a la ligera (aunque tampoco se puede dejar todo para el día siguiente, como haría el verdadero vago).
Tu comentario habla más bien de saber priorizar, de delegar, de valorar la opciones, de tener sangre fría… Buenas competencias del buen ejecutivo.
Como apunta Yoriento, los oximorones producen monstruos… o buenas ideas. El concepto de la vagancia como management tiene la virtud de aportar un punto de vista interesante, al tiempo que rescata términos un poco vilipendiados. Reconocer que la vagancia puede ser una perspectiva válida libera la mente de tópicos relacionados con la virtud del trabajo per se. Eso es sano.
Consejos sabios los enumerados aquí, si señor. Evidentemente están descritos para personas de alto nivel dentro de la empresa, aunque creo que, según se va bajando el escalafón en el organigrama, los trabajadores, a su manera, intentan adoptarlos y adaptarlos a su posición. No nos engañemos…es un proceso subconsciente.
Yo podría describirme como una vaga bastante trabajadora (que no trabajadora bastante vaga…) y dada mi posición en el curro, me han delegado trabajos que yo no he podido delegar en nadie, aunque he conseguido llevar a cabo estrategias bastante exitosas de minimizar, como bien comentas, los trabajos repetitivos y aburridos.
Ser capaz de perder algo de tiempo en guardar, memorizar, organizar todo tu trabajo en tu ordenador, te puede evitar horas y horas de buscar, repetir, hacer y rehacer tareas de características tan iguales, que bien te pueden llegar a producir una sorprendente, frustrante y gigantesca sensación de déjà vu…
Supongo que, en cierto modo, tengo mi propio decálogo personalizado…
No, Bellita, no. La vagancia como arte del buen hacer no es, como al final reconoces, exclusiva de los “altos escalafones”. Te la encuentras en quien menos te espera como tu también sabes. Lo de delegar… es 1/11, esto es: 0,090909090909090909090909090909091.
desdeluego es que hay que ser vago para estar escribiendo aquí un comentario……
pero que vaga eres ;D
vago soy yo borracho me llaman…jajaj
Pollo, acab de descubrir això i estic acoonada! Me txiflaaaaaaa!
Me faci vosté el favor de fer-me un llistat d’enllaços imprescindibles al seu blog, que com que som vaga tenc altres coses millors que fer, tipo, esplugar a Hans que crec que té puces… =P
Enhorabona Miquel, ara sols em falta tenir la capacitat per posar en marxa aquest decàleg. Vagueria me’n sobra…
.-= En el blog de tona pou… La música clásica es para todos =-.
Hala que qué manera de hacer un revival de un post antiguo ¡Cómo eres!
Hola Miquel,
Interesantísima reflexión sobre el arte de la vagancia en la gestión! No me voy a aprender el decálogo por pura pereza; mejor me lo imprimo.
Un abrazo.
.-= En el blog de JoanKa… Privacitat 20- temps de passar a lacció =-.
O hazte una chuleta, un resultado de la vagancia de lo más elaborado…, JoanKa.
Oye, colega, si para ser un buen “vago” hay que delegar bien, saber evitar reuniones improductivas, automatizar tareas que lo merecen, suprimir actividades superfluas, ser breve, conciso y claro al escribir, permanecer sosegado ante una crisis (por cierto, eso ocurre solo cuando sabes que tienes las tareas hechas), solucionar las cosas definitivamente, atacar lo importante con serenidad y la constancia de un corredor de fondo, e incluso callar… pues mira, eso lleva un curro del carajo, un currazo. Esas habilidades tienen poco que ver con ser vagos, más bien todo lo contrario.
Esto me recuerda un debate/dialogo que he tenido en estos días con Molini, al que le decía que hay muchas paradojas que dan el pego porque tienen ese puntillo de brillantez que mola, pero que en el fondo, si te adentras en su significado, lo siento… pero no se sostienen. Una forma de salvarlas, eso sí, es cambiando el significado de las palabras.
Miquel, lo único que yo tengo más o menos claro en esta vida es que para hacer las cosas bien, hay que trabajar un montonazo.,,
Dicho esto, y ya volviendo al tono irónico-festivo de tu entrada, sí que has conseguido que me ría bastante…
.-= En el blog de Amalio A. Rey… Variables para fijar presupuestos en consultoría post-214 =-.
JLP te responde en el comentario que sigue tal como yo iba pensando en responderte, pero mejor. Así que a su comentario te envío, Amalio.
Lo que no entiendo es eso de las paradojas falsas o, no sé, que no se sostienen… Las paradojas nunca se sostienen más que en ese juego de imposibles, de términos irreconciliables que, sin embargo, son tremendamente inspiradores… No entiendo que busques solidez en ellas, y me extraña en alguien que aboga por los contrastes y las hibridaciones…
Miquel:
Hay paradojas falsas y verdaderas, claro que sí. Voy a buscarte, ya que abordas el tema, algunas paradojas que han pasado a la historia por ser falsas, y lo que es peor, por haber confundido a mucha gente. Las paradojas inspiran, pero también confunden, dispersan y paralizan. Así que mi percepción de ellas es de respeto. Me fascinan por su poder de inspiración, pero no me dejo llevar por la euforia que suelen generar al ser un festín para la inteligencia.
Por otra parte, también se puede medir (y yo pienso que debe) la “solidez” de una paradoja por el grado en que te genera una sensación de duda, complejidad, o dificultad para reconciliar dos conceptos contrapuestos. Las paradojas “sólidas” plantean una contradicción auténtica y enriquecedora porque se mueven en territorios ambiguos, que te hacen pensar, y ése es su verdadero valor. Las que no lo son, proponen un juego de palabras (¡¡y las palabras nunca son inocentes!!) que la lógica desmonta con relativa facilidad.
Si a mí alguien me dice que “para llevar bien a una organización, una de las virtudes esenciales es ser un vago”; sí, he escuchado bien… “ser un vago es un atributo esencial en el directivo”, entonces yo digo que no, y rápidamente se rompió esa magia de una buena paradoja de plantearte una contradicción lógica. Siendo así, es poco robusta, o como he dicho yo quizás de un modo demasiado rotundo: “no se sostiene” porque se evapora.
En cuanto a los contrastes y las hibridaciones. Me has hecho pensar. Abogo por el “Y en vez de O”, y es en esos territorios donde se produce la “hibridación”. Pero la idea del vago, planteada así, no sé, me da muy poco juego para el “y”. Quizás por eso JLP matiza que no sabe si el término correcto es “vago”.
Por cierto, he rescatado de la Wikipedia el concepto de “paradoja” y te lo dejo aquí: “una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común”. La clave está en eso de “en apariencia verdadera”. Si a mí esa apariencia se me desvanece rápido, siento que es una paradoja poco robusta.
Discrepo, lo siento, con la afirmación de JLP que “una mente abierta solo se consigue haciendo el vago”. Todo lo contrario. Mientras mas ocupado estoy currando y resolviendo problemas, más inspiración me genera eso, y más flexible me hace porque amasando la realidad es que descubro su verdadera complejidad. Ahí vemos al clásico académico universitario que se pasa el día inventando teorías bonitas, de tanto “hacer el vago”, pero que son rígidas e irreales. Es que volvemos a confundir conceptos. Es fácil defender la idea de “ser vagos” si la enfrentas a la de “currar como un gilipollas” del que va, según JLP, como un coche sin frenos. No es eso ser un [no]vago.
Pero también es verdad que quizás yo me dejo llevar en exceso por mi mentalidad científica, y eso “corte alas” al lado inspirador de la provocación semántica.
Asimismo te confieso que el elogio a la pereza, y lo de vender “ser vagos”, no lo llevo bien porque conduce siempre a lo que en Economía llamamos el “comportamiento de polizón”, donde para que un vago sea viable tienen que haber varios pobres currantes que hagan su trabajo. A mí me suele tocar lo segundo, así que comprenderás mis neuras.
De esta reflexión me quedo con lo más importante: la paradoja es un poderoso estímulo para la reflexión y para revelar la complejidad de la realidad. Y me alegro que trataras este tema, porque merece un post, da mucho juego…
Disculpa la extensión del mensaje pero ya me conoces, soy irremediable visitando blogs ajenos, espero que no te enfades conmigo…
Gracias a tí, y a JLP por el dialogo
.-= En el blog de Amalio A. Rey… Variables para fijar presupuestos en consultoría post-214 =-.
No sé si el término correcto es “Vago”, como dice dsanchezbote la descripción se asemeja al personaje del Dr. House. De cualquier forma, para enfrentarse a la complejidad del mundo que nos rodea, se requiere ser vaporoso (mente abierta), ligero de equipaje en la mirada al mundo e indefinido en la acción para poder dar un quiebro rápido cuando algo no funciona. Esto únicamente se consigue haciendo el “vago”, porque si estás ocupado, no eres vaporoso, el equipaje es pesado y estás tan definido en la línea de la acción que muchas veces actúas como un coche sin frenos en una pendiente y a toda velocidad.
Buena reflexión. Un cordial saludo
Todo un remate al tema, JLP. Totalmente de acuerdo y, Amalio, este comentario de José es la respuesta perfecta a tu comentario. Además, yo creo que el Dr House es un vago redomado, la verdad; así que no veo la objeción al término.
Magnifico!!!
La inspiración que se genera de un problema a otro suele ser tan cortoplacista como los propios problemas. Hay que alejarse de los efectos indeseables para ir a problemas de fondo. Y para que surtan cuestiones e inspiraciones realmente rupturistas.
Me encontraba investigando sobre la vagancia como un problema en el segmento estudiantil universitario y me conseguí con tu artículo, desde ya te felicito por abordar el tema de la gerencia desde una perspectiva realmente novedosa. Cuando leí “La virtud de la vagancia” pensé: esto es una falta de respeto! pero no cabe duda que esta muy interesante el planteamiento. Sin embargo, si respetamos el verdadero significado de las palabras, y lo que ellas per se significan, no estaría de acuerdo en posicionar el tema de ser “vago” como algo bueno. Igual, logró su objeto: generar la reflexión de muchos. Saludos!