Ya decía yo que podíamos montar un coro, pero el maestre artesano, Julen, va más allá y lanza una nueva idea al vuelo, montar un gremio abierto de consultores artesanos y, aunque estoy con Groucho Marx: “No deseo pertenecer a ningún club que acepte como socio a alguien como yo“, la verdad es que la idea me tira un montón.
Dejé la consultoría, entre otras razones, cuando me vi atrapado en una organización que yo mismo había fundado y cuyos objetivos ya no se alineaban con los míos; principalmente porque se habían supeditado al afán de la productividad, de la competitividad y de la facturación, que yo veía como medios, no como fines. Después de siete años de descanso como consultor (muy recomendable) me meto de nuevo a ello, pero sin infraestructura ni vínculos laborales. Desde entonces no dejo de colaborar con profesionales de lo más variopinto, gente dispuesta a trabajar con quien mejor se ajuste a los proyectos. Entre estos otros consultores, más de uno se denomina a sí mismo como artesano y nunca ha oído hablar de ese concepto en consultoría ni están conectados a la blogosfera y ni siquiera les suena demasiado lo de la empresa abierta. Se lo han inventado ellos porque la palabra les venía bien para describirse.
Y es que no se trata de una teoría, sino de una manera de ver y hacer que se alinea muy bien con el concepto de artesanía en muchos aspectos:
- Ausencia de maquinaria pesada, física o metodológica. El artesano consultor no lleva bajo el brazo una tremenda presentación ni una carta de servicios llave en mano. No cuenta con una infraestructura que mantener que le obligue a facturar a toda costa.
- Cada trabajo es particular y singular, lo aprendido se acumula, pero los productos, no. Una de las características de la artesanía es que cada obra es única. Lo costoso es montar la infrastructura y la automatización necesarias para conseguir piezas exactamente iguales en función de un estándar. Es tan costoso que la necesidad de amortización supera cualquier necesidad del cliente.
- En consultoría no hay, o no debería haber, soluciones prefabricadas. El trato personal es fundamental. El artesano se presenta como alguien que puede ayudar, que trabajará a medida que se presenten necesidades, con un proyecto tan ambicioso como la organización pueda imaginar (que, a veces, es poco, pues bueno); capaz de corregir en base a lo que vaya pasando porque tiene poca inercia. Puede concentrarse tanto en la táctica de la operación como en la estrategia general del proyecto.
- El proyecto que se ofrece es modesto, no se trata de un desembarco en toda regla de consultores anónimos junior y soldadescos mientras un solemne general senior está por otras cosas que trascienden al cliente. El artesano se presenta y hace, no encarga que se haga. A lo sumo presenta a otros profesionales que se ponen a trabajar tanto con él como con el cliente.
- El cliente puede entrar en el taller y ver cómo se va configurando la pieza. No hay grandes medidas de seguridad ni hay confidencialidad en el proceso. Las herramientas están a la vista y la técnica… todo es empezar.
Al artesano no le preocupa que le roben sus métodos, lleva muchos años en el oficio y eso no se lo puede llevar nadie. El artesano ofrece su conocimiento ¿Para qué protegerlo? - El artesano va a ver al cliente con poco más que las manos en los bolsillos y ganas de escuchar. No le avasalla con una enorme gama de servicios estandarizados y de técnicas “expertas”. Si no puede solucionar el problema, pues ya nos veremos en otra ocasión. Si cree que puede, pues sugerirá un proyecto sencillo, comprensible y asumible.
¿Sabéis que una buena manera de saber si una coctelería tiene detrás un buen barman es comprobar que no tenga carta de cócteles? El verdadero secreto del buen barman es confeccionar una bebida después de escuchar al cliente y sonsacarle su necesidad: si tiene sed, si ha cenado o no, si le gusta lo dulce o lo seco, etcétera. Si el cliente es experto, le dirá exactamente lo que quiere con la confianza de que el barman se lo hará a su gusto. Si el cliente no sabe de coctelería, le explicará al barman su estado y gustos y éste le confeccionará el cóctel más adecuado. La coctelería es artesanía pura.
Todo lo anterior no es una bonita utopía. Lo he visto como cliente (de consultores y de barmen )y lo estoy viendo en otros consultores como parte de su red. No hablo de open ni de 2.0, sino de actitudes más bien modestas y casi tradicionales, como la artesanía.
Por cierto que “consultoría”no consta el la wiki como una artesanía ¿Conseguiremos que figure?
Vaya, que me apunto.
Seguimos con la reflexión y avanzando. Gracias por continuar la conversación.
Una cosa con la que no estoy de acuerdo: “Al artesano no le preocupa que le roben sus métodos, lleva muchos años en el oficio y eso no se lo puede llevar nadie.”
Yo quiero compartir, quiero que la gente se lleve casi todo lo que pueda de lo que hago si les puede servir para mejorar, progresar o lo que sea. No es cuestión de que no me lo lleve nadie. Esa no es la actitud. Nadie roba a alguien que quiere compartir.
Ok, aunque no es del todo cierto que nadie robe a alguien que quiera compartir. Ya sabes que se dan casos de plagio sin citar autoría.
Estamos de acuerdo, hay que hilar fino en estos temas y la frase ha salido desafortunada por expresarla en negativo. Aunque sí creo que las experiencia en un oficio es un capital acumulado intransferible en su totalidad, aunque compartible cuando y con quien sea necesario ¿Qué piensas?
De todas maneras, lo voy a corregir.